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HANNAH ARENDT. CARTAS DEL RECUERDO PARA LOS AMIGOS

Olga Amarís

Una aproximación original al pensamiento
de Hannah Arendt a través de las cartas

a sus amigos

Hannah Arendt. Cartas del recuerdo para los amigos

LA CARTA, UN TRENZADO DE LO ÍNTIMO Y LO PÚBLICO

En los últimos años, el interés por Hannah Arendt ha ido en aumento, y su fama se encuentra ahora en un equilibrio muy saludable: tanto el público especializado como el público general la leen. Su figura origina estudios y películas, congresos y obras de teatro, tesis doctorales y artículos de opinión. Ante un panorama tan denso, encontrar un enfoque original es todo un mérito, y Olga Amarís lo ha conseguido.

Hannah Arendt. Cartas del recuerdo para los amigos estudia, efectivamente, la correspondencia que Arendt mantuvo con algunos amigos destacados. El interés no se debe al cotilleo, sino a la convicción de que, en Arendt, lo público y lo privado están trenzados. Ambos son pliegues de su personalidad filosófica, y por lo tanto ambos son necesarios para comprender su pensamiento.

¿Qué ocurre cuando Arendt escribe desde y para la intimidad, «qué tipos de mundos son capaces de crear las cartas que Arendt escribe y recibe de sus interlocutores más habituales»? Estas son las preguntas que guían a Amarís.

UN PENSAMIENTO PLÁSTICO, MISCELÁNEO, EN CONSTRUCCIÓN

Al sentarse a escribir una carta, el escritorio de Hannah Arendt no lo ocupaban únicamente una máquina de escribir, o una pluma y folios. También había tijeras, retales, cinta adhesiva. Las cartas de Arendt son un collage en el que el discurso se interrumpe con poemas en distintos idiomas, recortes de diario, bordes de servilleta con notas manuscritas. En ellas se materializa la creatividad de un pensamiento inquieto e inconformista, aunque también cumplen con funciones filosóficas. En concreto, Olga Amarís detecta tres.

En primer lugar, la carta reproduce, en miniatura, un concepto vital para el pensamiento político de Hannah Arendt: la promesa. Quien escribe una carta promete, implícitamente, escribir más. Sabe que recibirá una respuesta, y que esta pedirá otra. La carta implica, además, una promesa de más enjundia: «prometo (presente) que seré (futuro) quien era (pasado)». La coherencia personal es muy importante para Arendt y para cualquier forma de confianza política.

En la carta también se pone en marcha el diálogo intrapersonal, que es para Arendt, igual que para Platón, el mejor método para autoconocerse. El primer destinatario de la carta es el propio remitente; la carta, como dijo Virginia Woolf, es un espejo, y quien la escribe dialoga consigo mismo al tiempo que construye su identidad frente al otro.

Por último, la carta tiene para Arendt una función terapéutica. Al escribírselos a otro, los problemas se objetivan, y esa distancia permite comprenderlos mejor y quedar fuera de su alcance, no dolerse por ellos.

DESTINATARIOS: HEIDEGGER, BENJAMIN, JASPERS…

Hannah Arendt estuvo en contacto con lo mejor de la intelectualidad de su tiempo, y entre los destinatarios que estudia Olga Amarís se encuentran nombres de la talla de Martin Heidegger, Walter Benjamin o Karl Jaspers. En cada caso, la autora estudia lo que significaron esas personas para Arendt y el ángulo de su personalidad que se nos muestra en cada relación.

La relación con Heidegger, por ejemplo, fue esencial en la vida de Arendt. Se conocieron cuando ella fue alumna de él en la Universidad de Marburgo. Arendt tenía apenas dieciocho años; Heidegger, treinta y cinco. Se fascinaron mutuamente, e iniciaron una relación sentimental clandestina que duró menos de dos años. Filosóficamente mantuvieron posiciones enfrentadas, y su relación se enfrió con los años, pero eso no impidió que Arendt le escribiera a Heidegger en 1960, con motivo de la publicación de un libro: «surgió de forma directa de los primeros días en Friburgo y te debe casi todo en todos los sentidos». 

Uno de los destinatarios más singulares estudiado por Amarís es Rahel Varnhagen. Naturalmente, Arendt no pudo mandarle una carta real a esta escritora romántica nacida en 1771, pero sí le escribió una metafórica: la biografía que le dedicó. No por nada el subtítulo de la obra fue «Vida de una mujer judía». En Varnhagen, Arendt descubrió una especie de madre espiritual, una escritora judía que supo integrarse en la esfera pública. Desde la «carta» de Arendt, por lo tanto, puede estudiarse su relación con la identidad de mujer escritora judía.

EXTRACTO

«Pensar, con ella y en ella, si realmente es posible esta escisión entre la vida pública y la privada que tanto tematiza en sus libros más reconocidos. El presentimiento que orbita en este voyerismo con-sentido intuye la dificultad de separar a la intelectual del ser humano y la certeza de que, al separar un pliegue del otro, se acabará por descubrir que los dos son pliegues de un mismo pliegue. Encontrar a Arendt como amante, como amiga, como confesora, como discípula... sabiendo que estos también son conceptos filosóficos, para comprobar de qué forma trasciende, como un cierto incienso, la sombra de un pensamiento inseparable de la forma que lo concibió. Sin caer en psicologismos prematuros, el interés de estas páginas se centra en aquellos rasgos reflexivos que se encuentran en las cartas y que se identifican con la postura vital de su autora».

LA AUTORA:

Olga Amarís Duarte (Madrid, 1979), doctora en Filosofía, es traductora y autora de diversos artículos de investigación académica. Ha estudiado en las Universidades Complutense de Madrid y en la Ludwig Maximilian de Múnich. Se dedica al estudio de la obra de mujeres desde un prisma comparativo a través de conferencias, mesas redondas y publicaciones. Fruto de ese trabajo es su libro Una poética del exilio. Hannah Arendt y María Zambrano, publicado por Herder (2021). 

 

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